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Va de actores… y de agentes

Confianza significa no dudar de si tu representante está haciendo por ti todo lo que tú te mereces; tener la certeza que tu agente sabrá repartir bien el juego; que en esta profesión escurridiza e insegura, es alguien que te recordará que nunca está de más estudiar, formarse, y que los golpes de suerte existen pero conviene que te pillen preparado.

Paula Ponga
01.11.2014
Va de actores… y de agentes
Alfombra roja del Festival de Cannes, 2014

Esta invitación a escribir sólo tenía una condición previa, que hablara sobre actores. La cumpliré, pero haré una pequeña trampa y me permitiré la licencia de dar las gracias en público a Antonio Rubial por su generosa complicidad durante tantos años, muchos, casi mejor no hacer cuentas, sobre todo para mí. Muchos preparativos de la fiesta de los Fotogramas de Plata teniéndolo cerca, siempre a mano, aunque estuviera al otro lado del Atlántico; y más cerca todavía en ese vertiginoso día de autos, en Joy, siempre un paso por detrás de sus representados pero marcando camino y al quite de todo sin alharacas, con esa sonrisa suya que en los momentos de máximo barullo tiene para mí un efecto tan sedante. Los Fotogramas de Plata, sin él, no son lo mismo. Tampoco esos prolijos repasos telefónicos para la sección de News de la revista, donde los actores leen que otros que no son ellos ruedan, graban, ensayan o tienen abundantes proyectos —si son suyos no suelen parecerles tan abundantes—.

Pues bien, ese ritual de ir desgranando con los agentes las agendas presentes y futuras de sus clientes para poder informar a los lectores me ha permitido también familiarizarme con una variada tipología de representantes y, por consiguiente, de actores. Porque cada actor busca en un agente algo distinto: los hay que buscan un confesor, una madre, o un padre, que esté pendiente de ellos las 24 horas, sin horarios ni límites; a otros les basta con que sea un buen negociador de contratos; otros buscan un buen sabueso que les consiga todos los castings y/o les presente a San Luis —San Narciso—; otros, un estilista con mano en los mejores showrooms que les resuelva a la perfección las alfombras rojas; otros, un agente con un pie en Hollywood. Y la mayoría quiere un agente que contenga todos los anteriores en uno, como una matrioska.

Si hacemos caso a Marlon Brando y un actor es esa persona que no escucha a menos que se hable de él —hay otras definiciones más generosas y complacientes, como la de que son dioses porque han sido santificados por su público sobre el primer púlpito de la historia de la humanidad, el escenario, y también las hay bastante peores, como algunas célebres de Hitchcock, que no los tenía precisamente en gran estima—, sin duda hay que poseer guante de seda y mano de hierro para fidelizarlos. Eso se consigue, al menos lo que yo percibo desde este lado, cuando hay plena confianza por ambas partes.

Confianza significa no dudar de si tu representante está haciendo por ti todo lo que tú te mereces, que eso es un clásico que ha disuelto muchas relaciones entre actores y agentes, sólo porque hayas oído hablar de tal o cual guión del que no has sido informado todavía. Y que aunque compartas agente con otro actor que pudiera optar también a ese personaje que tanto deseas, tengas la certeza de que tu agente distribuirá bien el juego. Y que te frene un poco si no ve tan claro como tú ese proyecto que te embelesa tanto pero que es más de lo mismo o no está bien retribuido. O te anime a embarcarte en lo que no te entusiasma tanto porque está muy bien ser selectivo pero tenemos la mala costumbre, incluso en tiempos de crisis, de comer cada día.

Va de actores… y de agentes
Quim Gutiérrez con Antonio Rubial en el Festival de Cine de San Sebastián, 2010

En esta profesión escurridiza e insegura, algo a lo que, como decía Fernán-Gómez, te acostumbras como el bombero al humo, es alguien que te recordará que nunca está de más estudiar, formarse, y que los golpes de suerte existen pero conviene que te pillen preparado. Y que el glamour sí importa. Y que el cine, siempre, siempre, se hace en equipo. Y que como al final este es un mundo muy pequeño y volveremos a encontrarnos, mejor ser honesto que pícaro o cosas peores.

Gracias, Antonio, por encarnar todo eso. Por tu lealtad, por tu honestidad. A la larga, da resultados. O al menos quiero creer que es así. Larga vida a la A6cinema, esa autopista que tanto a ti como a mí nos lleva siempre al lugar de los afectos primigenios.

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